3.13.2011

días soleados



a mediodía,
cuando el sol distiende
los esqueletos del acero,
cuando el sosiego estría
la sombras
con su llamarada lenta,

cuesta la necedad del polvo,
su permanencia amniótica
y de olor salino
cuando las mujeres pasan hierven
y huelen a tristeza.



obscena la ingravidez de las palomas
torpe la terquedad de sus glóbulos vacíos,
ajenos a la espesura del calor.

irremediable
su fervor mecánico
su deslizamiento autónomo
de partículas pardas,
monótonas,

ensuciando con su acuoso aleteo
la costra del horizonte
los edificios
o los parques donde los viejos mastican saliva.


2 comentarios:

  1. ¡qué bueno que estés escribiendo! y tan bien. te abrazo fuerte fuerte

    ResponderEliminar
  2. gracias ro, me da gusto saber que te agrada.

    espero seguir adelante con esto.

    igual te mando un abrazo

    ResponderEliminar