7.29.2010

leyendas del artegio/ los ladrones viejos, de everardo gonzález


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En tiempos de canallas el honor es una gema extraña




―¿se siente usted satisfecho de su camino como ratero?―el reportero cuestiona
―como LADRÓN, señor― carrizos le corrige


Haber consumado el robo de las casas de Echeverría y López Portillo convirtió a Carrizos en una especie de hidalgo lumpen, mas que en un anti-héroe, en un consumado héroe del barrio (con todas las de la ley). Sus hazañas fueron transmitiéndose de boca en boca de barrio en barrio de comandancia en comandancia: expuso y ridiculizó a los poderosos; queriéndolo o no, transgredió un orden en apariencia inalterable, tocó a los intocables y triunfó ―al menos momentáneamente― pese a la jodidez, pese a un sistema dispuesto y estructurado para que individuos como él, el Fantomas, el Burrero, el Xochi y el Chacón, fueran perpetuamente repelidos y marginados del México moderno y en constante progreso.

Tal vez este documental despierta un poco el revanchismo social que todos los jodidos de una u otra manera padecemos, pero lo más significativo es el por qué los ladrones viejos se han vuelto personajes entrañables: ellos se sobreponen y trascienden al México corrupto y corruptor con entereza, pero sobre todo con el honor y la ética con que ejercen su profesión, condiciones que les convierte en arquetipos emblemáticos, sujetos de nostalgia en el imaginario colectivo. Son precisamente estas características inherentes al Carrizos y cía lo que les confiere su condición de seres vigentes que siguen sorprendiéndonos y evidencian las crisis sociales que actualmente sobrellevamos.




El gran acierto del documental de Everardo González ―da gusto al encontrase con producciones de tal calidad― radica en que, si bien nos muestra la sublimación que estos personajes han tenido en la cultura popular, va más allá que simplemente ofrecernos un panfleto sentimentaloide y acartonado, lleno de lugares comunes; Las leyendas del artegio le hace justicia a los ladrones viejos, nos los presenta en su complejidad humana, con todas sus contradicciones; no los reduce a unos “robin hoods” modernos, mistificados y neutralizados, inalterables por su misma condición de personajes míticos.

Mediante una investigación videografía impresionante, una música bastante acertada y un sólido hilo narrativo, González tiene la habilidad y la inteligencia para construir una sintaxis de la imagen que conduce y da pauta para que el espectador deconstruya el mito y vaya armando su propio “rompecabezas” a partir de las circunstancias, las condicionantes y los factores humanos y sociales que los han llevado a ser lo que son; de tal manera que , presenciamos el mito, pero ante todo leemos la dimensión humana y social que los ha constituido como los ladrones viejos.



Es un cliché afirmar que Las leyendas del artegio “refleja y refracta” una parte de la historia y la vida del México contemporáneo, prefiero explicarla como una obra que problematiza y nos da algunos indicios panorámicos que posibilitan un mejor entendimiento de uno de los principales problemas del país en los últimos 78 años: mientras los ladrones viejos están en las cárceles del país purgando condenas de hasta 30 años, los rateros mayores siguen detentando el poder, eternizando estructuras sociales, políticas y económicas que hacen posible que la ética, el honor, la entereza y la honestidad, sean valores poco corrientes que ―para bien y para mal― nos siguen extrañando y cautivando tan sólo por su mera pervivencia.


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