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a la señorita Z
nada de resurrección,
nada de resurrección, estoy vivo beso tus muslos, decirlo decirlo sin entender, decir: eres incomprensible como un beso bellamente absurdo, lejano lejanamente inaccesible a esto de la vida que vuelve tristísmos los ojos. no, nada de decirlo es sagrado porque hay que amar y callarle la oscura boca a la farsa que es este mundo. nada de resurrección y centímetros centímetros interminables de turbios caminos/húmedas sábanas/no, no por esta vacuidad este miedo este hastío ni la lúcida tristeza con que aprendimos a querernos/nada de resurrección/nada de este placer en el que somos ni el derrumbamiento de sangre en que bebemos de la noche las últimas gotas ―porque sabes que padezco y no entiendo no entiendo esto innecesario que es la sangre de los hombres― ...este tiempo en que me he volcado sin pedirlo, este tiempo el mismo tiempo en el que miles millones han nacido y muerto antes que yo, humanidades completas, civilizaciones enteras y siglos y polvo de siglos y cuerpos cuerpos hundidos hasta la densidad de la negra materia... ―porque ambos lo sabemos, acabará todo como ha venido acabándose todo interminablemente― nada de resurrección nada de resurección, ambos lo sabemos pero te beso la espalda y estamos aquí solos y ahora/y casi estoy tanquilo y silencioso, abismado entre nacer y morir/como un punto perdido en la vaciedad de las galaxias galaxias/galaxias y profundas galaxias/
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