2.25.2009

cuaderno de talamanca

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Si hay algo por lo que me distingo es por mi capacidad, realmente ilimitada, de cansarme de todo.


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No hay angustia sin razón, quiero decir que la crisis que estás atrevesando ahora, de la que no ves los motivos, es la consecuencia de estados muy determinados que hubieran justificado la angustia en aquel momento, pero que, extrañamente, no la provocaron; más tarde se provoca a sí misma y desconcierta porque no llegas a comprender su origen.
(Todo esto es verdad y no es verdad)


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Por mucho que cambie de lugar -por mucho que cambiara el mundo-, me vuelvo a encontrar siempre conmigo mismo, con el mismo yo.


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Lo que distingue a un pensador de un escritor es que el pensador sólo coge la pluma cuando tiene algo qué decir.
(Acabo de formular un deseo más que una constatación)


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Ganamos en conciencia lo que perdemos en existencia.
Lo que en nuestros males no hacen perder en materia de ser, lo ganamos en conciencia. El vacío que nuestras debilidades suscitan en nuestro ser es llenado por la presencia de la conciencia ¿qué digo? ese vacío es la conciencia misma.


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No puedo concentrarme en nada, todo me aburre, todo me invita a la dispersión. Como contrapartida, me intereso en multitud de cosas pero en ninguna hasta el final, salvo quizás en el aburrimiento.
Soy un obseso disipado, que derrocha y pulveriza sus obsesiones.
Hubiera podido ser un gran curioso de lo incurable.

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