del vicio
la voracidad colapsa
en los profundos surcos
de las fachadas terrosas.
como esquirlas de la piedra
rasguñando tiernos
corazones furiosos
como bruma
o tolvaneras
acribillando el azul sereno.
al amanecer siguiente
la torcedura de la piedra
este silencio a dentelladas
o la paciencia del salitre
o las sitiadas calles
donde el inmenso azul
refresca la sienes de los hombres.
al amanecer siguiente
del miedo,
es infame la luz
y araña
y danza
sobre los rostros demacrados
por la tempestad.
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