5.28.2009

1982

***


nosotros,
muchachos,
los que nacimos sin historia y andamos
animales torvos con la sonrisa liviana,
nosotros,
que ya sin terror ni angustia
ni nada por qué sonrojarnos
decimos
―nada es verdad
nada es verdad,
y andamos así,
ebrios de glorias caducas,
luchando causas en
las que no creemos
e idolatrando efigies
que no nos corresponden.

nosotros,
huecos y doloridos
porque los héroes se han ido acobardando
y las ridículas banderas nos dejaron en la mano.

es ya hora muchachos,
es ya hora de postrarnos ante los grandes palacios
de las grandiosas autoridades,
abracemos todos las sagradas academias
porque el arte la literatura y la poesía
y los magnánimos temas nos han servido para nada
―porque hay que saberlo
hay que saber que sabemos
porque debemos saber algo

cualquier cosa.

es el tiempo,
es ya el tiempo de los que no nacimos en la guerra
ni en la entreguerra,
es el tiempo de los que quisimos hacer cosas importantes
y avasallados terminamos por lo que apenas vimos
con el rabillo del ojo
―pero hemos visto la furia,
la furia
la furia en los ojos indiferentes de la muerte,
la hemos visto
y entonces gritemos
gritemos
porque también es testimonio
e importa…


es ya hora muchachos,
digámoslo ya
―no creemos en nada,
nada sirve para nada,
llenémonos la boca con la
tragedia de nuestra ingenuidad

y estemos tranquilos,

porque hay que decirlo
―hay que decirlo y gritarlo nuevamente,
porque se debe hacer
es necesario
es nuestra responsabilidad,
debemos hacerlo…


muchachos,
es la hora,
sabemos que sabemos,
pregonemos pues el fin de los tiempos,
la caída de todos los imperios
y la muerte de todas las historias
y cantemos
cantemos
cantemos honestamente
―porque hay que gritarlo
hay que decirlo
aunque ya casi todo
nos provoque una risotada macabra.

muchachos,
estemos tranquilos,
sentémonos en la gran mesa redonda,
mirémonos los rostros
y las sonrisas
y bebamos el último vaso de la noche,

porque hay que comprenderlo,
porque sabemos que sabemos,
porque sabemos que debemos saberlo,
porque debemos,

debemos



―y eso es suficiente.

porque escribí estoy vivo/enrique lihn

***





***


Si se ha de escribir correctamente poesía…

Si se ha de escribir correctamente poesía
no basta con sentirse desfallecer en el jardín
bajo el peso concertado del alma o lo que fuere
y del célebre crepúsculo o lo que fuere.
El corazón es pobre de vocabulario.
Su laberinto: un juego para atrasados mentales
en que da risa verlo moverse como un buey
un lector integral de novelas por entrega.
Desde el momento en que coge el violín
ni siquiera el Vals triste de Sibelius
permanece en la sala que se llena de tango.

Salvo las honrosas excepciones las poetisas uruguayas
todavía confunden la poesía con el baile
en una mórbida quinta de recreo,
o la confunden con el sexo o la confunden con la muerte.

Si se ha de escribir correctamente poesía
en cualquier caso hay que tomarlo con calma.
Lo primero de todo: sentarse y madurar.
El odio prematuro a la literatura
puede ser de utilidad para no pasar en el ejército
por maricón, pero el mismo Rimbaud
que probó que la odiaba fue un ratón de biblioteca,
y esa náusea gloriosa le vino de roerla.

Se juega al ajedrez
con las palabras hasta para aullar.
Equilibrio inestable de la tinta y la sangre
que debes mantener de un verso a otro
so pena de romperte los papeles del alma.
Muerte, locura y sueño son otras tantas piezas
de marfil y de cuerno o lo que fuere;
lo importante es moverlas en el jardín a cuadros
de manera que el peón que baila con la reina
no le perdone el menor paso en falso.

Quienes insisten en llamar a las cosas por sus nombres
como si fueran claras y sencillas
las llenan simplemente de nuevos ornamentos.
No las expresan, giran en torno al diccionario,
inutilizan más y más el lenguaje,
las llaman por sus nombres y ellas responden por sus
nombres
pero se nos desnudan en los parajes oscuros.
Discursos, oraciones, juegos de sobremesa,
todas estas cositas por las que vamos tirando.

Si se ha de escribir correctamente poesía
no estaría de más bajar un poco el tono
sin adoptar por ello un silencio monolítico
ni decidirse por la murmuración.
Es un pez o algo así lo que esperamos pescar,
algo de vida, rápido, que se confunde con la sombra
y no la sombra misma ni el Leviatán entero.
Es algo que merezca recordarse
por alguna razón parecida a la nada
pero que no es la nada ni el Leviatán entero,
ni exactamente un zapato ni una dentadura postiza.



Ahora sí que tú y yo...


Ahora sí que tú y yo estamos más lejos uno del otro
que dos estrellas de diferentes galaxias.
Ningún astrónomo logrará tenernos juntos
en su vertiginoso campo visual
ni el fotógrafo de Cartagena ante su Polaroid
así fue hace la infinidad de siete años
el resto de las imágenes son nubes de la memoria
y de aquélla y de todas se ha retirado la vida.



Como si el sueño fuera escrito...

Como si el sueño fuera escrito en estrofas regulares
cada nocturno despertar significa
el reacomodarse del cuerpo a su idea fija: que el enemigo
monta guardia en él
sin pegar una sola pestañada
dueño y señor de la ciudadela tomada.



Destiempo


Nuestro entusiasmo alentaba a estos días que corren
entre la multitud de la igualdad de los días.
Nuestra debilidad cifraba en ellos
nuestra última esperanza.
Pensábamos y el tiempo que no tendría precio
se nos iba pasando pobremente
y estos son, pues, los años venideros.

Todo lo íbamos a resolver ahora.
Teníamos la vida por delante.
Lo mejor era no precipitarse.



De todas las desesperaciones...


De todas las desesperaciones, la de la muerte tiene que ser la peor
ella y el miedo a morir, cruz y raya
cuando ya se puede pronosticar el día y la hora
Hay una fea probabilidad de que el miedo a morir y la desesperación
de la muerte sean
normalmente inseparables como la uña y la carne
Recuerdo a un amigo de otros años él huía de noche de su casa y del hospital
sin más salvoconducto que el que se daría a un condenado en el infierno
se dejaba caer en casa de amigas que no compartían su amor por ellas,
condenadamente bellas
exigía con argumentos propios de la ciencia de la locura
que lo recibieran en esas casas como huésped estable
me parece ver cómo al final de esas conversaciones imposibles
era reconducido a su madriguera por las señoras y los esposos
en medio del gran silencio, él, el gnomo de la selva negra del amanecer
de vuelta a su anticasa
o al aeródromo de los hospitales para que no perdiera su vuelo.



Porque escribí estoy vivo

A Cristina y Angélica

Ahora que quizás, en un año de calma,
piense: la poesía me sirvió para esto:
no pude ser feliz, ello me fue negado,
pero escribí.

Escribí: fui la víctima
de la mendicidad y el orgullo mezclados
y ajusticié también a unos pocos lectores;
tendí la mano en puertas que nunca, nunca he visto;
una muchacha cayó, en otro mundo, a mis pies.

Pero escribí: tuve esta rara certeza,
la ilusión de tener el mundo entre las manos
¡qué ilusión más perfecta! como un cristo barroco
con toda su crueldad innecesaria
Escribí, mi escritura fue como la maleza
de flores ácimas pero flores en fin,
el pan de cada día de las tierras eriazas:
una caparazón de espinas y raíces

De la vida tomé todas estas palabras
como un niño oropel, guijarros junto al río:
las cosas de una magia, perfectamente inútiles
pero que siempre vuelven a renovar su encanto.

La especie de locura con que vuela un anciano
detrás de las palomas imitándolas
me fue dada en lugar de servir para algo.
Me condené escribiendo a que todos dudarán
de mi existencia real,
(días de mi escritura, solar del extranjero).
Todos los que sirvieron y los que fueron servidos
digo que pasarán porque escribí
y hacerlo significa trabajar con la muerte
codo a codo, robarle unos cuantos secretos.
En su origen el río es una veta de agua
¿allí, por un momento, siquiera, en esa altura?
luego, al final, un mar que nadie ve
de los que están braceándose la vida.
Porque escribí fui un odio vergonzante,
pero el mar forma parte de mi escritura misma:
línea de la rompiente en que un verso se espuma
yo puedo reiterar la poesía.

Estuve enfermo, sin lugar a dudas
y no sólo de insomnio,
también de ideas fijas que me hicieron leer
con obscena atención a unos cuantos psicólogos,
pero escribí y el crimen fue menor,
lo pagué verso a verso hasta escribirlo,
porque de la palabra que se ajusta al abismo
surge un poco de oscura inteligencia
y a esa luz muchos monstruos no son ajusticiados.

Porque escribí no estuve en casa del verdugo
ni me dejé llevar por el amor a Dios
ni acepté que los hombres fueran dioses
ni me hice desear como escribiente
ni la pobreza me pareció atroz
ni el poder una cosa deseable
ni me lavé ni me ensucié las manos
ni fueron vírgenes mis mejores amigas
ni tuve como amigo a un fariseo
ni a pesar de la cólera
quise desbaratar a mi enemigo.

Pero escribí y me muero por mi cuenta,
porque escribí porque escribí estoy vivo.

5.23.2009

matar a william bonney

***


quiero una colt y una bailarina.

por las llanuras sangrientas
donde se asoma la nada,
saciado,
hacer de mi gesto
-eso, a lo que le llaman mueca-
un paréntesis
(ver en sus entrañas cómo se corrompe la vida/
y lo que tarda
en pudrirse el cráneo de william bonney).

quiero una colt y una bailarina

(beber el acero/
lo turbio de sus muslos humeantes).

quiero una colt y una bailarina.

cabalgar la noche silenciosa/
frente a tu cadáver william bonney
sobre tu cadáver william bonney/

danzar hasta la enfermedad,

aullar,

aullar

y aullar hasta olvidarme/

soy un hombre.

5.22.2009

...que la vida iba en serio/jaime gil de biedma

***


***

Contra Jaime Gil de Biedma


De qué sirve, quisiera yo saber, cambiar de piso,
dejar atrás un sótano más negro
que mi reputación -y ya es decir-,
poner visillos blancos
y tomar criada,
renunciar a la vida de bohemio,
si vienes luego tú, pelmazo,
embarazoso huésped, memo vestido con mis trajes,
zángano de colmena, inútil, cacaseno,
con tus manos lavadas,
a comer en mi plato y a ensuciar la casa?
Te acompañan las barras de los bares
últimos de la noche, los chulos, las floristas,
las calles muertas de la madrugada
y los ascensores de luz amarilla
cuando llegas, borracho,
y te paras a verte en el espejo
la cara destruida,
con ojos todavía violentos
que no quieres cerrar. Y si te increpo,
te ríes, me recuerdas el pasado
y dices que envejezco.
Podría recordarte que ya no tienes gracia.
Que tu estilo casual y que tu desenfado
resultan truculentos
cuando se tienen más de treinta años,
y que tu encantadora
sonrisa de muchacho soñoliento
-seguro de gustar- es un resto penoso,
un intento patético.
Mientras que tú me miras con tus ojos
de verdadero huérfano, y me lloras
y me prometes ya no hacerlo.
Si no fueses tan puta!
Y si yo supiese, hace ya tiempo,
que tú eres fuerte cuando yo soy débil
y que eres débil cuando me enfurezco...
De tus regresos guardo una impresión confusa
de pánico, de pena y descontento,
y la desesperanza
y la impaciencia y el resentimiento
de volver a sufrir, otra vez más,
la humillación imperdonable
de la excesiva intimidad.
A duras penas te llevaré a la cama,
como quien va al infierno
para dormir contigo.
Muriendo a cada paso de impotencia,
tropezando con muebles
a tientas, cruzaremos el piso
torpemente abrazados, vacilando
de alcohol y de sollozos reprimidos.
Oh innoble servidumbre de amar seres humanos,
y la más innoble
que es amarse a sí mismo!




Amistad a lo largo


Pasan lentos los días
y muchas veces estuvimos solos.
Pero luego hay momentos felices
para dejarse ser en amistad.

Mirad:
somos nosotros.

Un destino condujo diestramente
las horas, y brotó la compañía.
Llegaban noches. Al amor de ellas
nosotros encendíamos palabras,
las palabras que luego abandonamos
para subir a más:
empezamos a ser los compañeros
que se conocen
por encima de la voz o de la seña.
Ahora sí. Pueden alzarse
las gentiles palabras
-ésas que ya no dicen cosas-,
flotar ligeramente sobre el aire;
porque estamos nosotros enzarzados
en mundo, sarmentosos
de historia acumulada,
y está la compañía que formamos plena,
frondosa de presencias.
Detrás de cada uno
vela su casa, el campo, la distancia.

Pero callad.
Quiero deciros algo.
Sólo quiero deciros que estamos todos juntos.
A veces, al hablar, alguno olvida
su brazo sobre el mío,
y yo aunque esté callado doy las gracias,
porque hay paz en los cuerpos y en nosotros.
Quiero deciros cómo trajimos
nuestras vidas aquí, para contarlas.
Largamente, los unos con los otros
en el rincón hablamos, tantos meses!
que nos sabemos bien, y en el recuerdo
el júbilo es igual a la tristeza.
Para nosotros el dolor es tierno.

Ay el tiempo! Ya todo se comprende.



Noches del mes de junio

A Luis Cernuda
Alguna vez recuerdo
ciertas noches de junio de aquel año,
casi borrosas, de mi adolescencia
(era en mil novecientos me parece
cuarenta y nueve)
porque en ese mes
sentía siempre una inquietud, una angustia pequeña
lo mismo que el calor que empezaba,
nada más
que la especial sonoridad del aire
y una disposición vagamente afectiva.
Eran las noches incurables
y la calentura.
Las altas horas de estudiante solo
y el libro intempestivo
junto al balcón abierto de par en par (la calle
recién regada desaparecía
abajo, entre el follaje iluminado)
sin un alma que llevar a la boca.
Cuántas veces me acuerdo
de vosotras, lejanas
noches del mes de junio, cuántas veces
me saltaron las lágrimas, las lágrimas
por ser más que un hombre, cuánto quise
morir
o soñé con venderme al diablo,
que nunca me escuchó.
Pero también
la vida nos sujeta porque precisamente
no es como la esperábamos.



¿Fue posible que yo no te supiera…

¿Fue posible que yo no te supiera
cerca de mí, perdido en las miradas?

Los ojos me dolían de esperar.
Pasaste.

Si apareciendo entonces
me hubieras revelado
el país verdadero en que habitabas!

Pero pasaste
como un Dios destruido.

Sola, después, de lo negro surgía
tu mirada.



Loca

La noche, que es siempre ambigua,
te enfurece -color
de ginebra mala, son
tus ojos unas bichas.
Yo sé que vas a romper
en insultos y en lágrimas
histéricas. En la cama,
luego, te calmaré
con besos que me da pena
dártelos. Y al dormir
te apretarás contra mí
como una perra enferma.



No volveré a ser joven

Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.

Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.

Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.

5.20.2009

porque no he hecho cosa más importante que ver el mundo, cerrar los ojos. reír en silencio

***



sobre la ruina de las sábanas -y el ron y la oscura ambigüedad de dos o tres mujeres que besan cuando acaba la música. sobre las olas blancas que tuestan esta ciudad partida por el miedo. mañana lloverá, o tal vez no, o tal vez sólo este cuarto donde no hay música ni mujeres ebrias ni ruina ni nada que me importe tanto como para no ver el mundo, cerrar los ojos


y reír en silencio.

microfilm del abismo/gonzalo rojas

***


Como reír es además de reír purificar
sabiduría, me estoy yendo
desafinado de esta envoltura lujuriosa
de uñas y meses a otro número
del que empiezo a ser parte, un número
dijéramos menos abusivo sin tanta
farsa de inmortalidad, fresco el olor

abstracto a seso velocísimo, exactamente como el río
cuya figura no es el agua; el engaño
es el agua pero él
no es el agua; lo ilusorio
es la palabra agua. Exactamente
como el río, y

no voy a embotellarme en la vieja física
disparatada con sus trescientos mil
millones de estrellas
irreconciliables descontando las nebulosas que
andan por ahí sin haber
sido nunca, con
lo que cuesta no pensar, lo caro
que se paga. Ayuden
al pobre ciego
a hacer bien el cálculo, ¿cuánto
en minutos, y nada de años-luz, o pétalos
escasos?

Hoyo negro, ¿y a eso llaman constelación
de vivir?, ¿a esa ciencia

del desperdicio?, ¿a ese escurrimiento
de un viernes a las 3 a otro viernes
idéntico colgando
como Dios, del mismo palo? Rosas,
estoy hablando de rosas.

Porque lo irrisorio es el dato crudo, el
pronóstico cruel que uno por consuelo llama instante por
hablar conforme a lo geométrico del ojo
de los egipcios, hipopótamo
cortado por la
línea del agua cuando el animal
saca la cabeza del agua para dar el gran vistazo de
Einstein alrededor y parpadeando
vuelve al fondo.

5.17.2009

y aprender nuevamente la farsa de ser algo/roberto juarroz

***





Así como no podemos

Así como no podemos
sostener mucho tiempo una mirada,
tampoco podemos sostener mucho tiempo la alegría,
la espiral del amor,
la gratuidad del pensamiento,
la tierra en suspensión del cántico.
No podemos ni siquiera sostener mucho tiempo
las proporciones del silencio
cuando algo lo visita.
Y menos todavía
cuando nada lo visita.
El hombre no puede sostener mucho tiempo al hombre,
ni tampoco a lo que no es el hombre.
Y sin embargo puede
soportar el peso inexorable
de lo que no existe.


No se trata de hablar

No se trata de hablar,
ni tampoco de callar:
se trata de abrir algo
entre la palabra y el silencio.
Quizá cuando transcurra todo,
también la palabra y el silencio,
quede esa zona abierta
como una esperanza hacia atrás.
Y tal vez ese signo invertido
constituya un toque de atención
para este mutismo ilimitado
donde palpablemente nos hundimos.


Algún día encontraré una palabra

Algún día encontraré una palabra
que penetre en tu vientre y lo fecunde,
que se pare en tu seno
como una mano abierta y cerrada al mismo tiempo.

Hallaré una palabra
que detenga tu cuerpo y lo dé vuelta,
que contenga tu cuerpo
y abra tus ojos como un dios sin nubes
y te use tu saliva
y te doble las piernas.
Tú tal vez no la escuches
o tal vez no la comprendas.
No será necesario.
Irá por tu interior como una rueda
recorriéndote al fin de punta a punta,
mujer mía y no mía
y no se detendrá ni cuando mueras.


77

En una noche que debió ser lluvia
o en el muelle de un puerto tal vez inexistente
o en una tarde clara, sentado a una mesa sin nadie,
se me cayó una parte mía.
No ha dejado ningún hueco.
Es más: pareciera algo que ha llegado
y no algo que se ha ido.
Pero ahora,
en las noches sin lluvia,
en las ciudades sin muelles,
en las mesas sin tardes,
me siento de repente mucho más solo
y no me animo a palparme,
aunque todo parezca estar en su sitio,
quizá todavía un poco más que antes.
Y sospecho que hubiera sido preferible
quedarme en aquella perdida parte mía
y no en este casi todo
que aún sigue sin caer.


Inédito

Mutilados o abatidos
o diezmados por los bárbaros,
los bosques van desapareciendo
como hojas del pensamiento.
Y algo nos expulsa ya de los pocos que quedan
como a indeseables criaturas
que se volvieron incapaces
de armar en ellos su tienda.
Hemos perdido la morada más propicia
entre todas las casas del pensar,
la morada que entre otras cosas nos guardaba
dos fundamentos ciertos:
el no pensar que piensa
y el pensar que no piensa.
Hemos perdido las mareas del silencio,
el tamiz de silencio de las hojas,
la forma material del silencio,
el tinte del pensar del silencio
y hasta el pensar del silencio.
Sólo nos queda alzar el propio bosque,
poniendo en lugar de los troncos,
las ramas y las hojas,
este follaje entreverado
de palabras y silencio,
este bosque que también guarda músicas secretas,
este bosque que somos
y donde también a veces canta un pájaro.
Sólo nos queda alzar el propio bosque
para cumplir el rito imprescindible
que completa la vida:
retirase al bosque
y recuperar la soledad.
Y retomar así el largo viaje.


Poesía vertical V

Menos que el circo ajado de tus sueños
y que el signo ya roto entre tus manos.
Menos que el lomo absorto de tus libros
y que el libro escondido
de páginas en blanco.
Menos que los amores que tuviste
y que el tizne que alarga los amores.
Menos que el dios que alguna vez fue ausencia
y hoy ni siquiera es ausencia.
Menos que el cielo que no tiene estrellas,
menos que el canto que perdió la música,
menos que el hombre que vendió su hambre,
menos que el ojo seco de los muertos,
menos que el humo que olvidó su aire.
Y ya en la zona del más puro menos
colocar todavía un signo menos
y empezar hacia atrás a unir de nuevo
la primera palabra,
a unir su forma de contacto oscuro,
su forma anterior a sus letras,
la vértebra inicial del verbo oblicuo
donde se funda el tiempo transparente
del firme aprendizaje de la nada.
Y tener buen cuidado
de no errar otra vez el camino
y aprender nuevamente
la farsa de ser algo.

5.09.2009

la alegría no es mi profesión/muhammad al-magut

***




con agradecimiento a Mónica



Invierno


Como lobos en una estación seca
germinamos por todas partes
amando la lluvia,
adorando el otoño.
un día incluso pensamos en mandar
una carta de agradecimiento al cielo
y en lugar de un sello
pegarle
una hoja de otoño.
Creíamos que las montañas se desvanecerían,
los mares se desvanecerían,
las civilizaciones se desvanecerían
pero permanecería el amor.
de pronto nos separamos:
a ella le gustan los grandes sofás
y a mí me gustan los grandes barcos,
a ella le gusta susurrar y suspirar en los cafés
y a mí me gusta saltar y gritar en las calles.
a pesar de todo
mis brazos se abren al universo
esperándola.



Cómo nace la canción

Yo, el que no ha matado hasta ahora
en guerras, terremotos o accidentes de tráfico
¿Qué he hecho con mi vida?
¿Con esos agitados años ante mí
como el mar frente a los pelícanos?
Después que las flores de mis palabras se perdieran
en las cartas y las peticiones de compasión
y fuera dibujado mi futuro
como se dibujan patos en la pizarra del colegio.
¿Es que he atravesado mis sueños
entre murmullos y a ciegas?
¿O los he dejado deslizar por mi cabeza
como la resina?
¡Ah, las ventanas
escasas del aire de los bosques!
Me ahogo
y mis pulmones saltan fuera del pecho
como ojos huérfanos
y mi voz se extravía como el trueno
sin conocer generaciones futuras a las que suplicar
ni viejas bocas a las que regresar.
¡Ah, los arquitectos que me sostuvieron con piedras!
Me agrieto
como los muros mezclado con el engaño,
ríos
como las nevadas cumbres bajo el sol de primavera.
¡Ay, si los intercambios entre naciones acabaran
como las bailarinas en el teatro!



Arden las palabras

Poesía, inmortal cadáver, me aburres.
Líbano arde,
brinca cual yegua herida al borde del desierto
mientras yo busco a una chica robusta
para rozarla en el autobús,
a un hombre de rasgos árabes
para derribarlo en cualquier sitio.
Mi país se desploma,
tiembla desnudo cual cachorro de león
mientras yo busco un rincón retirado
y a una aldeana desesperada para seducirla.
Diosa de la poesía
que penetras en mi corazón cual cuchillo
cuando pienso que compongo poemas
a una chica desconocida,
a un país mudo
que come y duerme con cualquiera.
Puedo reírme hasta que la sangre
fluya por mis labios.
yo soy la flor letal,
el águila que golpea a su presa sin piedad.
Árabes,
montañas de harina y placer,
campos de balas ciegas,
¿queréis un poema sobre Palestina,
sobre conquista y sangre?
Yo soy un hombre extraño:
tengo el pecho de lluvia
y en mis ojos ausentes
hay cuatro naciones heridas buscando su muerte.
Estaba hambriento,
escuchando la triste música
y dando vueltas en la cama cual gusano de seda
cuando saltó la primera chispa.
Desierto: tú mientes.
¿Para quién es esta muerte púrpura
y la flor recogida bajo el puente?
¿Para quiénes son estas tumbas
inclinadas bajo las estrellas,
esta arena que nos das
cada año cual cárcel o poema?
Ayer regresó este héroe de labios delgados
acompañado por el viento, los tristes cañones
y su larga lanza brillando cual puñales desnudos.
Dadle un anciano o una prostituta,
dadle estas estrellas y las arenas judías.
Allí
en medio de la frente
donde cientos de palabras agonizan
quiero la bala de gracia.
Hermanos,
he olvidado vuestros rasgos,
aquellos seductores ojos.
¡Dios mío!
Cuatro continentes heridos en mi pecho.
Creía que conquistaría el mundo
con mis ojos azules y mi mirada poética.
Líbano: mujer blanca bajo el agua,
montañas de pechos y garras.
Grita, mudo,
alza los brazos
hasta que estallen las axilas
y sígueme.
el viento cubierto de campanas.
Sobre los rostros de las madres y los cautivos,
sobre los versos y metros decadentes
verteré fuentes de miel,
escribiré sobre árboles o zapatos,
rosas o muchachos.
Aléjate, desgracia,
bello muchacho encorvado.
mis dedos son largos cual agujas
y mis ojos son dos héroes heridos.
Desde hoy no habrá versos.
Cuando te derriben, Líbano,
y se acaben las noches de poesía y frivolidad
dispararé la bala en mi garganta.